
Cuando nos piden silencio, respondemos con organización: vivir sin violencia es un derecho, no una opinión.
En los últimos años han vuelto a instalarse discursos conservadores que buscan relativizar derechos conquistados por las mujeres tras siglos de lucha. Hoy intentan convencer a la ciudadanía de que la igualdad, la autonomía y la vida libre de violencia serían demandas “excesivas” o “ideológicas”.
Lo vimos hace unos días, cuando el CNTV bloqueó la campaña sobre la Ley Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, argumentando que hablar de violencia en periodo electoral sería “confuso”. ¿Desde cuándo visibilizar la violencia que enfrentan miles de mujeres es un acto político-partidista? ¿En qué momento prevenir la violencia se convirtió en algo incómodo para ciertos sectores?
En 2018 demostramos que la violencia de género no es un hecho aislado: está en los hogares, las salas de clases, los trabajos, los sistemas de salud y justicia.
Ese año no solo marcó una irrupción social: hizo evidente que los feminismos son una fuerza transformadora capaz de cambiar vidas concretas. Muchas que nunca se habían nombrado feministas se sintieron convocadas porque reconocieron su propia experiencia en la de otras.
Eso es sentido común.
Y es justamente lo que hoy debemos disputar ante los discursos ultraderecha.
Por eso insistimos: vivir una vida libre de violencia no es radicalidad, es dignidad mínima.
Defender la autonomía de las mujeres no es extremismo, es ciudadanía. Comprender que el consentimiento es básico para cualquier relación humana no es exagerado, es respeto. Exigir corresponsabilidad en los cuidados no es ideología, es justicia social.

La violencia no es inevitable. Es resultado de decisiones políticas, y también puede desmontarse con decisiones políticas.
En este 25 de noviembre, mientras algunos buscan retrocesos, nosotras seguimos avanzando: tejiendo comunidad, creando redes, fortaleciendo políticas públicas, sosteniendo la vida.
Ni un retroceso.
Ni un silencio.
Ni una mujer menos.
Una vida libre de violencia no es una demanda extrema: es, y seguirá siendo, sentido común.
Abril Sandoval Espinoza,
Encargada Política
Frente Feminista Región de Valparaíso
Frente Amplio